Mil veces dijo no, mil veces juró no volver, no pensar, no insistir y no provocar el choque de los mundos distintos que el destino separo.
Por todos los medios evitaba su contacto, decidió borrar todo lo que le traía recuerdos, fotos, mensajes y todas esas chucherías que solo encerraban momentos congelados. Pero no logró resetear los sentimientos que lo unían.
Las noches de febrero y junio se encontraban entre humos y risas, charlaban, se miraban y se perdían en cada abrazo.
Si ella hubiera tenido el poder de frenar el tiempo, lo frenaría. Si tan solo se hubiera jugado en ese preciso momento, hoy no estaría sin saber que hacer o lo que es peor aún, no estaría sin saber que siente.
Hoy, mil días después de decir no, volvió a probar, a tantear que hay del otro lado y como es de costumbre reboto sin sentido y sin lograr nada. Sólo sabe que en algún momento se cruzarán y ese vaso lleno se desvaciará de un golpe y al otro día sin pedir explicaciones, volverá a jurar en no pensar, volver ni provocar.
Sólo vivirá.
R.S.R
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