lunes, 25 de mayo de 2009

Bambalinas del Alma

Y día a día compruebo que la vida es una obra de teatro, que depende de una que cara elige para entrar en escena. Porque hay tantas cosas por entender que es necesario definir para que estamos ahí parados, si para hacer reír al público, para llegar a ese sueño anhelado, para ser uno mismo o simplemente para ver como otros aprovechan esta oportunidad y son felices.
Hay que saber que queremos, hacia donde vamos y tener presente que para cambiar algo que nos molesta tenemos que hacer frente y que para saber que sentimos no solo hay que dejar al tiempo que haga lo suyo si no también encontrar el momento justo de decir listo, me la juego aunque sea consciente de que pueda romperme en mil pedazos y sin motivos me arriesgue a jugar simplemente por amor al arte.
Pero también pienso que difícil es volver atrás, que difícil es querer algo y sentir que cada vez se esta más lejos de conseguir. Que confusión es sentir algo sin saber que es, sin tener señales, sin tener un horizonte que me agarre de la mano y me invite a pasear.
Es difícil, de hecho nadie dijo que sobrevivir es fácil, el partero que ve nacer a las personas jamás advirtió de lo duro que es el camino, de los golpes, los tropiezos y ni siquiera hace oídas de lo que es vivir sin saber muchas veces donde una esta parada y de lo que es peor aún, de lo que se siente cuando uno anhela ver a alguien y no puede porque ni siquiera sabe si ese alguien en el fondo aunque sea un poquito la recuerda.
Tengo miedo al dolor, al sufrimiento, a la mala jugada del destino. Tengo miedo pero no por mí, si no por mi corazón, que si bien mucho no habla ya tiene algunas heridas que fueron suficientes para armarse de una coraza y destilar frialdad en cuanta oportunidad tuviera. Es por eso mi temor, este temor de no saber si mañana seguirá latiendo por esa persona o no, si es por eso que late o si será un mal sueño y todo pasará o tal vez es el comienzo de la incertidumbre, de mi principio de incertidumbre.
Es fácil hacer creer al corazón que una con los pensamientos lo maneja, si dejáramos de ser ilusos y de empezar a entender que al corazón nadie lo maneja ni la mente ni la memoria ni el cardiólogo, todo sería distinto. El negarse es el no sentir. El corazón es autónomo, necesita alimentarse por las arterias y solo basta un guiño de ojos, una mirada o una invitación para que empiece a circular por sus venas una sensación de deseo, de unión y de adrenalina, que más de una vez nos lleva a volar por aquellos recovecos menos pensados. Que hacen paradas en parajes que tienen su propio rumbo a la felicidad y que muchas veces nos bajan a mitad de camino cuando otros suben y es ahí cuando la nada es todo.
Es en esa nada donde hoy habito y me siento, porque a pesar del tiempo, de las miradas, los abrazos y los brindis hoy solo hay una real distancia que se dificulta acortar y que no se porque, siempre me lleva a la primera estación. Esa estación que fue mutando mi forma de ver las cosas pero sin tocar la esencia en si misma, esas boleterías llenas de pasajes que esperan por ser tomados para volar, hoy aparecen vacías… todos van de acá para allá, son como aves migratorias que van en busca de nuevas aventuras, mientras otros volamos por el suelo mas terrenal que nunca y creyendo aún que ese día cuando las alas se encuentren, se va a parar el mundo por un instante y ahí sabré quién sos, que siento y entenderé quizás porque cada vez que lo propongo no puedo sacar esa sensación de quererte sin motivos y acá también se equivoco Joaquín porque al menos para mí no me sobran los motivos para quererte ni tampoco para decirte adiós, al menos por hoy.

Es por eso que desde hace un tiempo intente encontrarme a mi misma pero solo encontré la sombra del viento que por suerte tuvo fecha de vencimiento y se corto cuando el tic tac del reloj llegó a mi y al oído me confeso que no hay que buscar refugios esporádicos y usarlos como bambalinas para dividir la realidad. Esa voz que en silencio me gritó esa gran verdad hoy se convirtió en mi eco. Ese eco me ayuda a levantar los escombros caídos que se derrumban junto a mis sueños cuando te veo acercarte y desaparecer como el mejor destello de la noche. Entonces mientras espero a que llegues o encontrarte por ahí, me doy cuenta que solo me queda quererte no solo porque el aire es gratis si no ahora también por amor al arte o quizás esperar para enamorarte. Já.



Escrito por R.S.R

miércoles, 13 de mayo de 2009

Tic Tac

Esos días inacabables, que una mira el reloj y se da cuenta que falta poco para que termine tal o cual cosa y a la vez ese giro se hace eterna y estamos en el mismo lugar pero diferente hora. Y seguimos ahí.
O como cuando todo parece seguir el curso de las agujas y sin sobresaltos pasa el tiempo, siempre pero siempre pasa algo que descompone al reloj. Ese algo muchas veces nos demuestra como son las cosas en la realidad misma, otras veces como hoy por ejemplo, nos transportan al pasado, a aquellos momentos que quedaron grabados en la mente y no precisamente por ser inolvidables y felices.
Y son esas vivencias inolvidables que más de una vez me hacen pensar con la razón antes que con el corazón, es ese miedo que aparece y desaparece como la más verosímil ilusión de encontrar ese rincón en el mundo después de tantas puertas entre cerradas que dejamos atrás por esquivar caminos.
Esa sensación inexplicable que se siente escuchar al reloj vivir mientras una no hace más que volar y repartir palabrerías que quizás hieran a los demás. Lo peor de esto es que la frase el que da recibe lo que da es verdad, porque cuando los oídos son receptores de palabras o expresiones que no nos esperábamos tendemos a caer, a ponernos mal porque nos lastimaron, sin pensar que antes lo hicimos nosotros.
Creí estar segura de una situación de la vida, pero ella misma me demostró que no es así. Que aún siguen abiertas esas heridas que por más que el paso de las horas se haya convertido en días, meses y ahora en años, siguen ahí firmes mezcladas con incomprensión, rencor y falta de ganas por dejar de recordar esos momentos inolvidables.

Pero claro, si fuera tan fácil apretar Ctrl. Alt. y Supr en nuestra cabeza y reiniciar y arrancar de nuevo hoy seguramente no estaría acá escribiendo por escribir y con esta maldita manía de abrir una hoja en blanco y empezar cada día una historia.
Por que es así y aunque ese tic tac, que también son los latidos del corazón, renueva cada segundo su lugar en el mundo siempre termina dando vueltas en el mismo lugar, haciendo las mismas cosas, diciendo las mismas cosas por más feas que sean y sobre todo sintiendo ese deseo inacabable de decir basta y de empezar a construir momentos inolvidables pero felices, sin dejar que el destino decida como sigue esta historia.
escrito por R.S.R