lunes, 7 de diciembre de 2009

Noches

Chapoteando por la sin razón de este desierto que parece desconcierto, el estar ahí con la sensación de encontrar a esa persona que mas o menos se asemeje a ella y que hace tiempo se perdió por las nubes, prefiere caminar y camina, va, sigue las baldosas por mas flojas que estén se arriesgo y las pisa.
Ya es costumbre caminar haciendo equilibrio, nada le asegura que en un piso firme no tambaleará. Es que la incertidumbre de lo que pasará la trasporta y la envuelve en el otoño que paso. Va, viene, siente, ríe aunque detrás de cada sonrisa se oculte su tristeza eterna, el de alucinar que está con ella, aunque sea ese instante, después de todo no le pidió inmortalidad, cree en muy pocas cosas y lo inmortal no es el caso.
Y entonces, vuelve a ella. En un abrir de ojos se da cuenta que sigue ahí, pegada a la almohada con el techo como consejero y su silencio fundiéndose entre sus fantasías y risas. Opta por seguir, a su modo. De pensar las veces que sea necesario y de sentirlo a su lado, también las veces que sea necesario. Después de todo es una forma de sentirse viva y de encontrarse, conocerse y de saber que hay algo dentro de sí que aún se resiste a esfumarse entre la distancia del tiempo y el ahora.

R.S.R

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