viernes, 3 de abril de 2009

Anhelando desde el mismo lugar....

Y seguía allí, pensando en eso que un día se esfumo. En aquello otro que se derrumbo por un mal paso del Alfil y por querer saltar más cuadros de los que estaba permitido. Y ahora entiende que el cambio de un año a otro es solo la simple consecuencia de los cambios cotidianos que se vive en ese día a día.

Y hoy preguntas simples con respuestas del mismo modo la trasladan nuevamente a ese ayer que envuelve, que abraza y la lleva por la corriente de la nostalgia por un instante y pasados los segundos suelta la mano y la devuelve al lugar donde hoy esta, allí ese mismo lugar.

Y que sabes vos, si del modo más sincero se resguardo detrás de las miradas haciéndose la desentendida para no entender demás como era el estar ahí. Para no tener que estar esperando que el viento trajera aquella bolsa cargada de ilusiones que una noche voló por la inmensidad del aire.

Es por eso que cuando todo se ve claroscuro no hay mejor lugar que encontrarse con el yo interior frente al espejo. Es con ese yo con el que se convive todos los días y va aprendiendo ha hacerse compañía, porque la nostalgia siempre amaga con volver y es ahí donde el rey se prepara para hacer jaque mate pero cae derrotado por la memoria del corazón.
Y cuando se sueña con el adiós, todo se vuelve en contra porque siempre que se piensa en volver y no existe esa despedida y una vez más entra en escena el extrañar.

El extrañar esa sensación tan rara que jamás se puede explicar más que sentirla. Ese extrañar que tiene que ver con la soledad, el necesitar del oído, los brazos y la mirada de otra persona. Esa persona que más de una vez vino y volando fue en busca de otro horizonte y sin saber como, ni cuando y porque dejo marcas en el alma.

Esas ganas de volar de no estar, de entrar en el mundo pero sin que nadie vea o cuestione, esa necesidad de sentir la libertad, de abrir los brazos y empezar a transportarse por algún túnel o quizás por el mismo aire, pero proyectarse al fin.

Ese deseo interminable de sentir aquello que jamás existió de seguir esperando el momento justo para ser feliz. Sin pensar que mientras se esta en la sala de espera y ve el tiempo pasar las ganas desaparecen y ese horizonte va desapareciendo y se encuentra perdida de nuevo, pero siempre ahí, en ese lugar.
Solo que ahora anhela ya no espera, porque entendió que tener anhelos reconforta más el alma y alimenta los sueños, que de nada sirve esperar que esto o aquello suceda, total sigue ahí.




R.S.R

No hay comentarios: